Con el tronco doblado
por el cierzo...
Supe que te amaría
intensamente
como la vez aquella en primavera,
cargados de promesas,
tiernamente,
que de amor me han
bañado los cristales
quitando los inviernos
de la mente.
Estalló el sol.
Calmoso el grave viento
Así se abrió la rosa
mansamente.
Con el tronco doblado
por el cierzo...
Cargados de promesas, tiernamente.
Solo se forja vieja,
la amargura
de remilgados saltos
en los diques.
Algunos creerán que
son paliques
estos versos cantados
en agrura.
Mas no pienses de mí
con la andadura
que perdida la meta
temerosa,
no hallaré suave
calma, tan ansiosa
entre las caprichosas
convicciones.
Lloradas soledades. Religiones
siempre inconscientes
van, por auspiciosa.-
Pues no quedan
quejidos en el verde
lago, donde fundían
las caricias...
Con agua de rocío van
canales,
lloradas primaveras,
casi místicas.
Un aroma enroscado de
ternura
que parece romperse
por la envidia.
Ni te amo ni amaré con
tus desplantes
odioso ignaro sucio de la biblia.
Pues no dejan quejidos
en el verde
lloradas primaveras,
casi místicas.-
Las tengo muy vividas
sin un duelo
capaz que ha de
fundirse en la tristeza.
Nada es toda mirada de mi cielo
que sucumbe en la
rosa, con sus piedras.
Tu amor, mirada
cándida que aclama
la plenitud de ignaro
en las estrellas.
No hay un sutil latido
de mañana,
hasta el lucero sabe
la respuesta:
Las tengo muy vividas
sin un duelo
que sucumbe en la
rosa, con sus piedras!
Amalia Lateano